La autoridad del saber de un interim manager
29 Mar
Es habitual que cualquier propietario, CEO o director empeñado en un estilo de dirección respetuoso con los mejores valores humanos, tarde o temprano se interroga a sí mismo sobre el poder y la relación que con éste mantiene.
La anterior reflexión pertenece al conocido profesor del IESE, Santiago Álvarez de Mon, que también nos dice que el poder no puede ser otra cosa que una herramienta poderosa puesta en provecho de un proyecto o misión edificante.
Con el poder ocurre como con tantas cosas en la vida -el dinero, la tecnología…-, depende del uso que hagamos de él y de quién gobierne a quién.
A este respecto, Romano Guardini opina que:
“por sí mismo, el poder no es ni bueno ni malo: sólo adquiere sentido por la decisión de quien lo usa. Más aún, por sí mismo no es ni constructivo ni destructivo, sino sólo una posibilidad para cualquier cosa, pues es regido esencialmente por la libertad”.
¿Desde qué instancia actúa un interim manager en su función de apoyo y asesoramiento? En su interlocución con las áreas financieras, comerciales, productivas o científicas de la organización, ¿cuáles son sus credenciales, su tarjeta de visita?
Podemos decir, basándonos en textos de Álvarez de Mon, que gran parte de la dificultad y encanto de su posición de interino radica en que las bases desde las que actúa son de influencia y persuasión, nunca desde un poder inmediato y directo sobre la línea de mando del que carece.
Las fuentes últimas de su proceder directivo se asientan sobre la competencia y el bien hacer, sobre el profundo conocimiento que tenga de las últimas técnicas y sistemas de dirección del personal. Y lo que es más importante, su crédito descansa sobre el nivel de sensibilidad e inteligencia que tenga para bucear en los móviles últimos del comportamiento humano.
Se dice que las personas a las que respetamos y admiramos gozan de una gran generosidad y bondad para movilizarse por los demás. Por eso, las personas serviciales suelen ser alegres y cariñosas. Entregadas a su misión, no se obsesionan consigo mismas.
El poder requiere personalidades fuertes, libres y humildes que sean capaces de sustraerse a sus trampas y vanidades. Fácil decirlo, dificilísimo practicarlo. Pues bien, a la luz de esta reflexión, un interim manager debe prestar un servicio puntual y riguroso a todos sus compañeros de trabajo. La naturaleza de su misión le obliga a actuar convenciendo, no imponiendo, asegurando así que los resultados de su trabajo perduran en el tiempo. Actúa impulsado por sus conocimientos, con discreción y sin personalismos. En esta manera deja hacer a los demás, en ese investigar e impulsar nuevos modos de dirección y supervisión reside la grandeza de su misión.