
La importancia de las decisiones en la empresa
20 Abr
Tomar decisiones resulta un hecho tan habitual en la vida de cualquier persona que la mayoría de esas decisiones pasan desapercibidas o no les damos excesiva importancia. Sin embargo, desde algo tan simple como decidir levantarse cuando suena el despertador todas las mañanas para dirigirnos al trabajo, hasta algo tan complejo como decidir cambiar de empleo o realizar una inversión económica de envergadura son decisiones a las que cualquiera ha de enfrentarse con mayor o menos frecuencia a lo largo de su vida.
Lógicamente, no todas ellas poseen igual trascendencia para las personas, aunque quizá en más de una ocasión hemos podido comprobar como una secuencia de decisiones aparentemente sin importancia acaba teniendo consecuencias impensables e incluso modificando nuestra vida. Todo ello sin contar el grado en el que las decisiones de otros pueden repercutir sobre nuestra realidad.
Las decisiones en el ámbito de la empresa
En el ámbito de la empresa las decisiones constituyen un elemento esencial para la comprensión del comportamiento organizacional, puesto que desde los niveles directivos hasta los operativos las decisiones tomadas pueden afectar al curso de los proyectos personales, interpersonales, grupales, intergrupales y organizacionales en su conjunto.
Imaginemos que el presidente del Consejo de Administración de una gran empresa reúna a sus miembros para discutir acerca de una oferta de fusión realizada por otra gran compañía hasta ahora rival. Las tendencias del mercado parecen señalar que la actividad y los beneficios pueden verse seriamente afectados en el caso de mantenerse cada empresa operando en solitario, ya que la necesidad de competir con firmas muy potentes de otros países supone contar con un tamaño y unos recursos mayores de los que cada una cuenta en la actualidad. Sin embargo, la hipotética fusión implicaría de entrada una reducción significativa de empleados y una movilidad geográfica y funcional que afectaría a buena parte de la fuerza de trabajo que lograra mantener su empleo, en una empresa cuya política tradicional ha sido la de garantizar la continuidad y estabilidad de sus miembros como parte de una cultura organizacional basada en el compromiso y la confianza. Es posible, por otro lado, que los actuales directivos fueran sustituidos en su mayor parte y reemplazados por otros procedentes de la empresa rival, además de la probable pérdida de imagen corporativa al verse obligados a cambiar nombre, anagramas, lemas, marcas, etc. Los resultados de esta fusión, en fin, a más de inciertos, sólo se comprobarían después de varios años a lo largo de los cuales los cambios estructurales y personales podrían a su vez incrementarse.
No es necesario añadir más detalles a esta situación para darnos cuenta de que estamos ante lo que se denomina un problema de decisión complejo, en este caso en un contexto empresarial en el que observamos diferentes intereses contrapuestos, elementos de incertidumbre, elementos fácilmente valorables y mesurables y otros no tanto, distintas personas implicadas en la decisión, diversas alternativas que conllevan diferentes niveles de riesgo, etc.
Sistema decisor múltiple
Aunque no todas las decisiones que habitualmente se toman en una empresa poseen idéntica trascendencia, si bien a la larga todas pueden resultar cruciales con respecto a su eficacia y su viabilidad; sí es cierto que una organización puede ser considerada como un sistema decisor múltiple cuyo funcionamiento es el resultado de una intrincada red de informaciones, comunicaciones y decisiones tomadas en diferentes niveles y en los momentos oportunos.
La importancia de los procesos de toma de decisiones en la empresa y en todo tipo de organizaciones puede ponerse de manifiesto a través de múltiples situaciones que implican tomar decisiones acerca de, por ejemplo:
- La oferta de puestos de trabajo a realizar como resultado de un análisis de necesidades o un rediseño organizacional;
- Los criterios a utilizar para seleccionar a los candidatos presentados;
- La asignación o reasignación de colaboradores nuevos o antiguos a distintos puestos;
- La implantación de nuevos sistemas tecnológicos;
- Los métodos de compensación de los empleados;
- La negociación de los planes de incentivos anuales;
- El diagnóstico de los fallos o errores de funcionamiento de un departamento, equipo, unidad, planta, etc.
- La configuración de los planes de formación;
- La implantación de equipos de trabajo autónomos;
- Los mecanismos que regulan la promoción interna o los ascensos de los empleados;
- Las sanciones o acciones disciplinarias adoptadas ante actitudes o comportamientos censurables;
- La asignación de partidas presupuestarias destinadas a los diferentes departamentos;
- El tipo y el alcance de los acuerdos a los que se puede llegar con los representantes de los trabajadores en un proceso de negociación;
- Y un largo etcétera que puede hacer referencia a cualquier situación posible a la que se enfrenta cualquier actor (directivo, ejecutivo, asesor, interim manager, mando intermedio, especialista, operario) en cualquier escenario organizacional.
Sin duda, la trascendencia de las decisiones se vive con mayor intensidad en los niveles superiores. El trabajo de un administrador, un gerente o un líder consiste esencialmente en tomar decisiones. La toma de decisiones es una de las responsabilidades fundamentales de la alta dirección. Si al liderazgo puede considerársele el corazón y el alma de una organización, los procesos de toma de decisiones serían su cerebro y su sistema nervioso.
¿Qué es la toma organizacional de decisiones?
La toma organizacional de decisiones es el mecanismo a través del cual se percibe, se adquiere y se procesa información acerca de la organización y las condiciones del medio ambiente en el que se encuentra inserta, de la detección de limitaciones, obstáculos o discrepancias entre la conducta y el rendimiento esperados, del análisis de eventos y alternativas, y de la implantación de nuevos cursos de acción que pueden afectar a una parte o a la totalidad de la organización, y cuyas consecuencias pueden incidir obviamente sobre ella pero también sobre otras organizaciones, instituciones, grupos o individuos de su entorno.
¿Cómo saber si una decisión es acertada y / o eficaz?
Los criterios de eficacia de una decisión en un contexto organizacional pueden determinarse a través de su calidad, oportunidad, aceptación y ética.
- Se dice que una decisión es de gran calidad si produce los resultados deseados a la vez que satisface los criterios y las limitaciones correspondientes, si el trabajo que contempla se realiza puntualmente y dentro de los límites del presupuesto, si ayuda a la organización a alcanzar sus metas estratégicas, le produce mayor utilidad, servicio o desempeño, y si también satisface las necesidades de todas las personas que tienen un gran interés en la organización.
- La oportunidad es el momento en el que se toma una decisión también es fundamental, puesto que la mejor decisión tomada a destiempo carece por completo de valor o resulta innecesaria.
- El tercer criterio es el relativo a que las personas implicadas o afectadas por ella comprendan, la acepten y puedan aplicarla en sus actividades. Una estrategia de gran importancia para incrementar la aceptación consiste en permitir la participación de los empleados en los procesos de toma de decisiones.
- Por último, cualquier miembro de una organización que tenga capacidad para tomar decisiones debe evaluarlas en función de su complejo ajuste a los criterios de la ética organizacional, teniendo en cuenta además su congruencia con los valores, creencias, las normas, los intereses, las expectativas, etc., predominantes tanto en la cultura organizacional como pertenecientes a los individuos concretos a los que va a afectar la decisión.